- Gracias por traernos esos muñequitos nuevos mamá.
- De nada
amores. Me gusta traeros cositas nuevas, sé que os encantan. Aunque
reconozco que estoy un poco perdida con el tema de los premios. Los
incentivos.
Hay gente que aconseja unas cosas, y otros otras, leo
libros, escucho a otras madres, a las abuelas, a las amigas de las
abuelas, a algunos educadores... y la verdad es que no lo sé.
Hago lo que me dice el corazón, y ya está.
- A nosotros nos encantan los premios, mamá.
- Lo sé, lo sé, claro que lo sé.
Creo que en la vida, en cada época, hay que poder disfrutar de las
cosas que son propias de esa edad. Adoro ver vuestros ojos de asombro y
disfrute, puros ante lo nuevo, frescos. Es de lo más precioso en esta
vida. Poder volver a ver con vosotros dos, las cosas desde un enfoque
hacia atrás. Nuevo, otra vez.
- Yo ya he aprendido a que si te pongo
una carita y unos ojitos así... tú no te puedes resistir, y me haces lo
que quiera, un vaso de agua, o traerme al gato encima de mi
barriguita...
- Sois un par de zalameros buenos... listines y bribones. Pero lo que más sois ahora es cabezas de chorlito.
- ¡Tú sí que eres cabeza de chorlito !
- Yo ... seguro. ¡ Pero no tanto ! Jajaja
Luego, la adolescencia, ahí sí que vais a hacer "el cabeza de
chorlito", ya verás. Todos nos ponemos un poco tontos en esa temporada
de revolución hormonal en la que no sabes ni tú mismo, lo que quieres.
Bueno, a lo que iba, Chorlys, que os habituáis a la recompensa. Nada
más. Hago esto porque me van a dar... aquello. ¿ Entendéis ?
- Bueno, sí, yo también lo hago porque me gusta.
- Ese es el punto. No perder el gusto por lo que haces. Ese es el
punto. Y si lo pierdes... es como si tú te perdieras. Lo puedes llevar a
muchos planos y ejemplos en la vida.
Yo también lo llevo al Yoga, y a todo lo que me ha supuesto ese simple cambio de planteamiento.
Por cierto Martín, me encantó verte ayer a mi lado en la clase, frente a
diez o doce personas, todos sentados, tú uno más, con nosotros, en el
centro. Tu espada erguida y tu rostro tan sereno, sintiendo con las
manos el movimiento de las costillas.
Precioso momento, ratón. Me
gusta que vengas a alguna clase de adultos. De ayudante y estudiante. Yo
creo que a la mayoría de la gente le gusta, el otro día me dijo Oliva que le encantaba que estuviera un niño por la clase... y como sois dos, pues cada semana uno.
- Ya pero es que Nicolás se quedó solo en casa, y se aburre porque yo no estoy. Igual me tenía que quedar con él.
- Mira, cuando a él le toca venir a clase, viene porque le encanta, lo
está deseando. Debéis tener experiencias solos. Independientes del otro
hermano, ¿ me comprendes ?
- Sí...
- Cada uno su aprendizaje sin
mirar al hermano. Sería muy interesante que tuvierais cada uno vuestros
amigos, algunos de ellos comunes, ir a clases distintas, no hace falta
estar siempre juntos, a todas horas... buscar ratos para hacer cosas
sin tu hermano y con otra gente. Ser gemelo tampoco es fácil, lo sé.
Aunque a mí me hubiera encantado tener una hermana de la misma edad.
Siempre alguien cerca por ahí.. sobre todo cuando eres pequeña, y en la
adolescencia, no sé, quizás siempre es bueno.
Aunque tengo a Óscar, mi maravilloso hermano, con el que hablo muy poco muy poco.
- Oscarín es el mejor de la familia.
- Sí. ... Es verdad. ¡El mejor !
Está bien , vamos haciendo, como vamos viendo, sobre la marcha. No es fácil, de repente, convertirte en hijo o en madre,
¿ verdad ? Cuando simplemente eras hijo, o como vosotros, que aún erais un proyecto, cuando yo sólo era hija.
- Es verdad, nosotros estábamos en El Huevo.
- Bueno, entonces, ¿ vienes la próxima semana a la clase ?
- Sí. Pero a condición de que me compres un muñeco como este y me digas dónde lo compraste...
No hay comentarios:
Publicar un comentario