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- Mamá, ¿cuánto queda para que se haga de
noche?
- Por qué lo preguntas. Aún no hemos
comido, así que unas cuantas horas, seis, o así.
Los días son largos, llenos de luz de sol, y de viento. Es verano...
Ah... ya sé por qué lo dices... el
diente y Mr. Pérez.
Vamos a darnos un baño todos.
- Ya tengo unas cuantas ideas, quiero
dejarle cosas por la casa, para cuando venga. Alguna nota, algo de comida... Papá
dice que va a esconder el monedero, porque la última vez que vino, le quitó ¡diez
eurazos!
- ¿Pero qué dices? Qué risa.
- Es verdad que desaparecieron diez
euros mamá, fue Pérez.
Fue la noche que vino por este
diente, me acuerdo perfectamente. Luego vimos sus huellas por la arena de la
playa. Es normal, tiene tantos regalos que comprar...
¡De algún sitio tiene que sacar el
dinero! Lo mismo que Papá Noel que tiene unos vasallos que cogen dinero de
casas para él...
Mamá, como decías que ibas a hacer
salmorejo, pues le voy a poner un pequeñísimo tazón con un poco. Eso le va a
volver loco.
- Ja ja ja, sí... No va a poder
resistirse a mi salmorejo, se lo comerá, buscará tu diente y te dejará algo,
seguro. ¿Sabes como llaman en Alemania al Ratoncito Pérez?
- No. ¿Cómo?
- El hada de los dientes, a que es
bonito. También se lleva el dientín y
deja una sorpresita. Y en Italia le llaman Topolino,
que también me encanta el nombre.
- Qué hará Pérez con tantos dientes
que coge...
- No sé exactamente, pero yo he oído
que los deja en los tejados de las casas donde viven los niños. Incrustados.
Para siempre.
Y también he oído que en otras partes
del mundo, con los dientes de leche de todos los niños, fabrican unas perlas
preciosas, con un brillo muy especial que atraen la felicidad y la buena
fortuna.
- Mamá, ¿ tú tienes perlas?
- No, yo no tengo perlas. Nunca he
sido mucho de perlas...
Prefiero otras piedras de la Tierra,
aunque reconozco que esos tonos iridiscentes que brillan... me gustan.
Bueno... Vamos a comer.
- A parte del salmorejo, que lo tengo
ya con un hielo en la nevera dentro de un waterín,
le voy a poner aguacate, papaya, y le dejo un cuchillo, y voy a poner una
toalla alrededor para que no le moleste el viento, mira, ya lo tengo todo.
- Vale, déjaselo ahí. Genial. Va a
estar encantado.
A lavarse las manos...
- Yo también le voy a poner una
alfombra delante de la comida, para que no pase frío. ¡Y antes de las diez hay
que estar dormidos!
- Sí, eso por supuesto, si no... pasa
de largo y no deja nada.
Recordadme que os cuente de dónde
viene esta leyenda del ratoncito.
- Venga, vamos a comer.
- Espera
mamá, ven, mira, le he puesto también un contenedor pequeño de basura, por si
viene comiendo un chicle para que lo pueda tirar. Ven a mirar aquí mamá.
- Oye, que a mí, Pérez me debe
también un regalo eh, me parece que no
me trajo nada la última vez...
- Pues no sé...pero el diente se le
ha caído a tu hermano, no a ti...
- Qué morro...
- Seguro que Pérez tiene en cuenta
que sois gemelos... tranquilo. Qué estrés con Pérez...