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- Mamá tú dices que los vampiros no se
reflejan en los espejos verdad?
- Sí. Si eres vampiro y te miras en
el espejo, no te ves.
- A los vampiros hay que clavarles
una estaca en el corazón, ¡Y también separarles la cabeza del cuerpo! Si
quieres que mueran, claro.
- ¿Eso de la cabeza... te lo dije yo?
- Sí, lo de la cabeza, porque la vida
está en el corazón y en la cabeza. Y tampoco les puede dar la luz del día, ni
pueden atravesar un río, ni corrientes de agua. Y si no les cortas la cabeza
también lo puedes enterrar con la cabeza mirando hacia abajo.
- Madre mía...ter quedas con todo...pues
ya sabes mucho de vampiros, más que nadie. Te voy a poner a Nosferatu, el
auténtico, para que veas.
- Vale, pon, pon.
- Pero es muda eh, no hablan. Yo te
voy diciendo.
- Mamá, pues yo sé de unos vampiros
que sí se reflejan, y además no les hacen ningún efecto lo de los ajos, ni nada
de todo eso.
- ¿Ah sí? ¿Cuáles?
- Pues los de lego...
- Ja ja ja, ven aquí, te mereces un
achuchón, y mordisco en el cuello ese que tienes tan suave.... mira, aquí donde
dejan los dos puntitos los vampiros
- Ay ay ay mamá....
- Oye cosina, cuando no quieras que te coja y te de achuchines... pues me lo dices y ya no lo hago.
- A mí me gustan mucho los achuchines
de mamá. Dame, dame.
- Te doy y reparto, sí... pero
aprovecha porque habrá un momento en el que te hagas mayor y ya no vas a querer
estos arrumacos. Seguramente quieras que te los den otras chicas. Así que
cuando llegue ese momento pues me lo dices y paro... si puedo.
- Pero mamá, eso será cuando sea muy
viejo.
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