- Mamá, ¿ qué haces ?
- Pues la comida.
- Está saliendo mucho vapor del agujerito del horno. ¿ Si sacamos todo ese vapor por la ventana se formarán nubes ?
- Qué ocurrencia... yo creo que no. Simplemente se desvanecería, es un
vapor muy caliente, que quema, y fuera hay uno o dos grados. Las nubes
son otra cosa. Dan la impresión de ser muy espesas, y que uno podría
subirse encima, ¿ verdad ? Sin embargo... no.
¿ Te das cuenta cuando hay niebla ? estamos entre las nubes, no se ve nada y hay una humedad increíble.
- A mí me encantaría subirme en una nube. Cuando volamos en un avión y
miramos por la ventana me dan ganas de saltar, abrir la ventana y
fiuuuuuuu, ir entre las nubes.
Ahora mismo me encantaría coger un avión y aparecer al lado del mar.
- Sí, la verdad es que al lado del mar se vive muy bien. Adoro el clima
ese estable de veintidós, veintitrés grados. Aquí estamos llegando a
los cuatro grados bajo cero cada día.
Y ¿ qué te gustaría hacer ahora en el mar ?
- Pues bañarme.
- A mí también. Vamos a ver si ya están los bollos del horno, ¿ has visto como huele ? Ya casi están.
- ¡ Sí ! Los bollos preñaos me encantan, calientes, con el chorizo
dentro. Y todo se pone de color rojo. Y mira, mamá, ¡el pan de trenza ha
crecido muchísimo !
- Tengo mucho hambre, quiero comer uno ya.
- Espera, están ardiendo. Si te lo comes tan caliente te hace daño en la barriguita.
- ¡ Ay... quema!
- Ya te lo he dicho, impaciente. Hay que tener un poco de paciencia.
- Es que me muero de hambre.
- No lo creo, seguro que puedes esperar diez minutos.
- Esperar... menudo rollo. Si quieres... ¿ te cuento uno de mis inventos mientras tanto... ?
- Sí, cuéntame.
- Bueno, se llama Frota y perro.
- ¿ Frota y perro ?
- Sí. Tú tienes que tener una piedra plana y una pasta espesa como una
crema que la haces en tu laboratorio, con química. En esa pasta le pones
algo que tenga vida, como un poco de pelo, o un colmillo, o un hueso, o
una uña. Con la pasta frotas la piedra y se convierte en un perro.
- ¡ Bueno... !
- ¡Que sí ! Tienes que trasformar el colmillo, el hueso o el pelo en
polvo blanco. Si echas colmillo se convierte en perro diablo, y le salen
orejas rojas y un rabo rojo y ojos blancos.
- ¡ Pero nadie quiere un perro así, Martín !
- Pues entonces no eches colmillo a la masa. Pones más pelo para que te
salga un pelusín. No puedes pedir una raza determinada. Es la raza que
te salga, y tienes que tener mucho cuidado con los ácidos corrosivos.
Que no te salpiquen. Siempre con guantes y máscara.
- Ay qué invento... Pues a mí me encantaría un rechonchín como el de Lucía y Juancho.
- Pero el que sale aquí no crece nunca, y siempre está durmiendo y se
alimenta de granitos de fuerza, que son como bolitas de chocolate con un
ingrediente especial, y no tiene que comer nada más.
- Bueno,
bueno, anda, ya puedes coger un bollo, llévales un par de ellos a tu
hermano y a Mauricio que están ahí fuera con el balón.
Me gusta más el invento del Roba pelis o el de Elige Planeta.
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