VIERNES 20 DE MARZO
L. Castellanos
| 20/03/2015
Hoy estará en Elektra Comics y el domingo, junto a Laura Fraile, en el Belmondo.
Silvia D. Chica ha demostrado siempre su versatilidad desde que irrumpió
con esa energía suya tan característica en el universo cultural. Ha
hecho de todo y siempre muy bien. Provista de una sensibilidad realmente
especial y de natural curiosa, Silvia se ha implicado abierta y
cómplicemente en numerosos proyectos, entre ellos ese celebrado fanzine,
Vinalia Trippers, que ha sido refugio de la cultura leonesa más
subterránea y donde ella ha hecho sentir, sobre todo, su voz más
personal. También la fotografía le ha permitido desplegar una mirada
propia que se recrea en la intimidad del detalle. Responsable del blog
La Tierra Pura, donde resalta su afán más curioso e introspectivo, da un
paso más en su trayectoria con un poemario, 'La Tierra Pura' (era
impensable otro título), que la confirma definitivamente como una
artista de mucho peso y singularidad incuestionable. Se trata de un
libro dotado de una sensibilidad mayúscula gracias a la cual la
escritora leonesa reinterpreta y disecciona la realidad bajo un punto de
vista absolutamente personal y exclusivo.
Lo va a presentar a lo largo de este fin de semana con todo
lujo de honores y alicientes en su ciudad, en León. Primero hoy en
Elektra Comics, que también servirá de sede a las actuaciones de Marcos
Cachaldora, Gonzalo Ordás y Deltas Galgo. El próximo domingo se
traslada la celebración al Bar Belmondo donde, en sesión vermú, donde
también participará la escritora y periodista vallisoletana Laura
Fraile, que presentará su primer libro Mujeres que tararean canciones
inventadas.
El llibro de Silvia cuenta con una portada realizada por
Toño Benavides y un prólogo de Ana Pérez Cañamares que queda reproducido
aquí:
"Es fascinante cómo los seres humanos podemos olvidar e
incluso tomar la dirección contraria a aquello que nos hace bien. Cómo
podemos sumergirnos y regocijarnos en todo lo que nos aparta de nuestra
humanidad, de nuestro bienestar, de nuestra esencia, hasta comportarnos
como seres mecánicos, como autómatas sin alma, sólo atentos a sus deseos
y necesidades más inmediatas. Pienso que en este caso la cultura
capitalista -al no dejarnos bajar de su eterno columpio, que va de de la
frustación a la recompensa- se compincha con nuestra peor versión, la
de niños malcriados que lo quieren todo y lo quieren ya, y de forma
fácil, sin esfuerzo ni disciplina.
Así que de vez en cuando no está nada mal que alguien venga a
recordarnos que hay otras cosas, es más, que las hubo antes de nosotros
y las seguirá habiendo. Aunque sólo fuera por eso, porque nos recuerdan
los pequeños tesoros gratuitos que desdeñamos cada día, valdría la pena
escucharlas. No está nada mal, insisto, que voces como la de Silvia se
alcen sobre el ruido para hablarnos del silencio, del campo, de la
noche, del bosque; que nos digan que si logramos alzarnos un poquito por
encima del miedo y de la pereza, de la costumbre y la rutina, nos
espera el premio de la pertenencia a una vastedad acogedora, a todo
aquello que no se rompe tan fácilmente -que no nos va a traicionar- como
las zapatillas de moda o el último modelo de móvil.
Silvia nos invita a un espacio tolerante, sin juicio, sin
límites, en el que la linealidad -la carrera- se ve sustituido por los
ciclos que nos mecen en su vaivén, y el futuro que nunca llega, por un
presente pleno de posibilidades. En ese espacio las dudas persisten,
pero las preguntas nos importan tanto como las inmediatas respuestas que
se nos ofrecen, cuando nos permitimos identificarnos con el cielo
abierto y cambiante, con la madera útil, cálida, pasajera. Para ello,
hay un proceso a veces doloroso, otras placentero: olvidar el ego,
nuestra pegajosa identidad, nuestras ansias de perdurabilidad. Pero
Silvia, con su mirada abierta, nos ofrece el placer y el consuelo que
nos espera cuando lograrmos acceder a esa otra realidad. Aunque confiese
que no siempre es fácil ni asequible: "en el medio/yo/con mis
oscilaciones, mis asimetrías, mis delirios".
En realidad, este camino me recuerda a la sensación de
montar una bicicleta con el manillar torcido: nos tentará dejarnos
llevar por la dirección equivocada, nada nos asegura que no nos
torzamos, pero si estamos atentos a ese pequeña corrección que debemos
hacer cada tanto, lograremos seguir el camino de la verdad durante unos
segundos, aunque sólo sea para saber regresar a él más tarde, para
recordarnos que tenemos esa posibilidad. Que el cielo, el agua, los
árboles, el aire nos esperan. Que después de cada tentación, nos hayamos
dejado llevar por ella o no, la mirada atenta nos devolverá a la senda.
Allí donde las estaciones y sus cambios se hacen evidentes. Donde el
monólogo interior se para para dejar paso al sonido del agua o del aire
entrando y saliendo de nuestros pulmones. Donde la vida nos inunda como
una marea. Y eso, nos recuerda Silvia en sus poemas, sólo se consigue
estando presentes, estando en el presente.
Si haces hueco, si te despojas, la magia de estar vivo, la
comunión con todo lo existente, está aquí. No son otra cosa estos poemas
que recetas que nos indican dónde hay que mirar, qué hay que elegir
entre la estrechez de miras y el mar ancho. A pesar de la tristeza, del
dolor, de la muerte, esta mirada de niño deslumbrado está a siempre a
nuestra disposición. En estos poemas, que sea cual sea su extensión no
pierden de vista el espíritu de los auténticos haikus, se nos promete un
premio: si abandonamos el miedo a ser pequeños, la grandeza de formar
parte del todo nos espera.
Le agradezco a Silvia que nos lo recuerde".
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Silvia D. Chica y sus poemas sobre la vida cotidiana
Editora del fancine Vinalia Trippers, ilustradora, fotógrafa y escritora, la leonesa Silvia D.Chica presenta este viernes 20 de marzo, en la librería Elektra Cómics León, su primer libro, “La Tierra Pura”. Un poemario publicado por Zoográfico Diseño Editorial, con ilustraciones y portada de Toño Benavides y prólogo de Ana Pérez Cañamares. A la presentación se suma un acústico de Marcos Cachaldora, Gonzalo Ordás y Delta Galgos. Y el domingo, 22 de marzo, en sesión vemouth, lectura compartida con la periodista y poeta vallisoletana Laura Fraile en el Café Belmondo.
“La Tierra Pura” es la primera incursión de la leonesa Silvia D. Chica
en el ámbito de la poesía. El cuaderno de bitácora de una tripulante de
la vida que durante años ha ido registrando los pequeños detalles de lo
cotidiano, muy pegados a la naturaleza y a las emociones. También es el
resultado del blog del mismo nombre, que primero cristalizó en
fotografías de papel y ahora lo hace en el papel impreso. Y que desde
hace ocho años, y temporada tras temporada, recoge además de su poemas,
su trabajo fotográfico, un recorrido visual que completa su intención
por buscar los detalles, buscar la esencia. Dice Paloma V. Otero en Cajón del Arte que “sus fotografías son poemarios y sus poemas imágenes”.
El silencio, un momento irrepetible, los
caprichos de la naturaleza, el agua helada, la bruma de la mañana, los
bosques, sus árboles solitarios, las cigüeñas, dan forma a los poemas de
este primer libro de Silvia D Chica. Poemas sencillos, sin
pretensiones, e inmediatas reflexiones sobre el presente. A veces,
pequeños haikus sobre la existencia y su cíclico flujo.
El poemario se divide en cinco partes: Ciclos, Estar presente, Vértigo, Percepciones y Plenitud. Y está prologado por la poeta Ana Pérez Cañamares. Según Silvia D. Chica, está inspirado en los Vagabundos del Dharma, de su querido Kerouack, y Japhy Ryder, la cabaña en la montaña, la casa de la Tierra Pura, el centro de la mente.
Y hablan de “la soledad y de la pureza,
de las reflexiones, los poemas sobre la vida cotidiana, el campo y la
Tierra, sus ciclos y cambios, la impermanencia de nuestra vida, y del
absurdo de nuestros problemas que vienen y van, del darse cuenta del
momento presente, del contenido de la mente y del vértigo del paso del
tiempo, de la futilidad de los momentos y de los arduos esfuerzos por
hacer algo que se desvanece como arena entre los dedos, de la
aceptación, de los miedos y de enfrentarse a ellos… y también de la
plenitud de los momentos excelsos, del arrebato, y de lo precioso de la
existencia”.
Reproducimos a continuación dos poemas de Silvia D. Chica, incluidos en “La Tierra Pura”:
Oscilaciones
En lo alto de la torre
la veleta
para los desnortados los perdidos los sin rumbo
a lo lejos
las colinas serpenteantes
para los solitarios los amantes los viajeros
por encima de las secuoyas
la puesta de sol
enorme brillante generosa
y en el medio
yo
con mis oscilaciones mis asimetrías mis delirios.
la veleta
para los desnortados los perdidos los sin rumbo
a lo lejos
las colinas serpenteantes
para los solitarios los amantes los viajeros
por encima de las secuoyas
la puesta de sol
enorme brillante generosa
y en el medio
yo
con mis oscilaciones mis asimetrías mis delirios.
Aprendiendo vida
De lo algodonoso
de lo suave
de lo delicado
de lo evanescente
de lo sutil
de lo esponjoso
de lo sedoso
de lo exquisito
de lo ligero
de lo plácido
de lo agradable
de lo aterciopelado
de lo tibio
de lo blando
y de lo templado.
(no hay nada
más allá
del ahora).
de lo suave
de lo delicado
de lo evanescente
de lo sutil
de lo esponjoso
de lo sedoso
de lo exquisito
de lo ligero
de lo plácido
de lo agradable
de lo aterciopelado
de lo tibio
de lo blando
y de lo templado.
(no hay nada
más allá
del ahora).
Gracias Camino Sayago y Emilio López Castellanos
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