26 mar 2007

filosofía en el árbol de la vida


otro mail del amigo mincho, siempre tan lleno de vida desde el viejo continente:

Diego vino hace meses aqui desde su querida Bogotá. Es su primer viaje a la India pero parece que llevara toda la vida en el pais.Tiene solo 25 años pero su alma guarda la experiencia de todos los siglos.
Su cuerpo erguido es el del yogui que comenzó a practicar en la adolescencia: piel brillante y bronceada, largo cabello negro como la noche. Su mirada es la del viejo chamán que conoce el lenguaje de los pájaros,de la brisa de los bosques,del trueno en la montaña, del río en la cascada, de cada gota de lluvia,de cada brizna de hierba,de cada hoja caída.
A Diego le gusta pegar su barba negra al pecho,entornar un poquito la cabeza y desde ahí,desde abajo y desde el lado,clavar la mirada con el fuego brillante de tantas ceremonias sagradas de su pasado milenario.
A Diego le gusta abrazar y con cada abrazo te dice sin palabras que todo esta bien porque todo es como tiene que ser.
Ni que decir tiene que todas las chicas de Arambol,el pueblo del sur donde recalabamos,andaban loquitas por el.
Un día me fui con él,con Marcela,su linda novia colombiana y con nuestra pandilla de amigos italianos y españoles a "Paradise Beach", mi playa preferida de los domingos. Después de una soleada jornada en una de las playas más bellas y solitarias de la India,nuestros compañeros europeos decidieron regresar a casa. El padre sol iba cayendo preparándose para el gran espectáculo de todos los atardeceres de este magico subcontinente.

-Vamos al "Banyan Tree?".-Les espeté a los suramericanos.
Marcela prefirió sestear un ratito más y se quedó guardando el campamento. Diego y yo bordeamos el río que se retorcía perezoso sobre la arena, sin ninguna gana de regalar sus aguas al cercano mar Arábigo, y caminamos hacia la maleza. Allí nos esperaba un tanto escondido el "Banyan tree", el árbol sagrado del Dios Siva, retorciéndose sobre sí mismo en una danza exquisita de la madre naturaleza. Ahiíestaba el que algunos llaman "Higuera de Bengala" con sus ramas enredadas, sus raíces aéreas y sus lianas cayendo en cascada.
Con un respetuoso saludo hicimos sonar las campanitas que colgaban en una de sus ramas. Mi amigo colombiano se quedó abajo.
-Voy a enseñarle como se disfruta de la energia de un "Banyan".- Pensé para mis adentros mientras me asía a un pliegue del tronco que me invitaba a la escalada.
Cuando quise llegar arriba Diego ya había llegado. Ni siquiera me miró. Ante mi asombro desplegó sus brazos y pasó en equilibrio sobre una de las ramas que crecían horizontales a varios metros del suelo. Luego saltó de rama en rama con la destreza silenciosa de una pantera negra, hasta recostarse en uno de los últimos apéndices del árbol.
Me costó un buen rato y mucho amor propio llegar hasta donde estaba aquel "bendito"chamán suramericano. Las ramas crujientes temblaban debido a mi propio temblor. Entonces yo temblaba mas todavía y ahí se lo transmitia nuevamente a las ramas en una autentica escalada del miedo. Creo que fue el árbol quien me dio la paz y la entereza necesaria para hacer, aún arrastrándome, los pasos mas dificiles.

-El equilibrio es bien importante, Mincho, me comentoósin dejar de mirar al horizonte. El equilibrio fisico y el mental están en permanente relación.
-Ahora lo entiendo,-exclamé recobrando el aliento.- Si tienes miedo nunca estarás equilibrado.
-...Y si no tienes equilibrio siempre tendrás miedo a caer, siempre serás el bebé dubitativo dando sus primeros pasos -me respondió aún mirando al vacio. -El miedo y el desequilibrio siempre te darán su temblorosa mano para tirarte de cualquier árbol. Sólo si puedes mantener tu centro de gravedad bien instalado en tu vientre te sentiras seguro; tan seguro que nada grave te podrá suceder por mucho que sople el viento y la adversidad.
Hablamos largo tiempo. Eramos dos astronautas colgados en el espacio, mirando desde la remota lejanía los problemas de nuestro planeta Tierra.
Le conté que es mejor hacer las cosas sin esfuerzo. La autodisciplina sólo sirve para meternos una tensión más en el cuerpo. Si necesitamos esforzarnos para hacer algo es que todavia no estamos preparados para ello.Entonces hay que esperar. Probablemente en la espera vendrá la motivacion y si no llega...seguir esperando.
Tambien le conté la historia que oí un buen día en un programa de radio:

Si a un vaso de agua le ehamos una cucharada de sal, seguro el agua del vaso cambiará su sabor, se alterará su composición. Si hacemos la misma operación pero tenemos un gran lago en vez de un vasito de agua, el lago ni se inmutará, ni se dará cuenta de ello. La sal en este cuento representa los problemas de nuestra vida. Invertimos toda nuestra energía intentando controlar la sal entrante, buscando seguridad, construyendo altos muros que nos protejan contra la adversidad. Pero los problemas se sigue infiltrando por las rendijas, es más, el mismo muro se nos va convirtiendo en un problema; se va convirtiendo en sal!! No nos damos cuenta de la gran evidencia:

Lo unico que podemos controlar es la cantidad de agua y el tamaño del recipiente.

-Ya pero...gracias a la disciplina yo he conseguido interesantes logros en mi vida. -Me replico Diego volviendo a la anterior historia.
Puedes hacer lo que te de la gana con tu vida, companyero. Tu ya eres un gran lago.
Una gallina de improviso vino a aterrizar a nuestro lado.
-Que coño pintaba aquella gallina allí?
-Es la Gallina de Siva.-Nos respondimos sacándonos de la manga un nuevo personaje de la Mitologia hindú.
Nos quedamos los cuatro en silencio: Diego,la gallina,el Banyan y yo.La brisa nos mecía con la dulce frescura de una madre primeriza. La luz del ocaso iba apagando los reflejos del río alla abajo.
-Que sientes? -Le pregunte en voz baja.
Diego pegó su barba negra al pecho, entornó un poquito la cabeza y desde ahí,desde abajo y desde el lado me clavó su mirada de viejo hechizero. Entonces me respondió con un susurro:

-Lo siento todo.
La Gallina de Siva,saltito a saltito nos acompañó en el descenso.

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