- Oye mamá...
- Dime, amore meu.
- ¿A ti se te ha congelado alguna vez algo en la montaña? un dedo, o la nariz o algo...
- Pues no, no se me ha congelado nada... aunque alguna vez he pasado
muchísimo frío, pero yo no arriesgo tanto cariño. Eso les ocurre a los
que son muy entusiastas, a los que suben ocho miles, los locos de las
cumbres y la escalada.
- ¿Qué son ocho miles?
- Son las montañas
más altas del mundo. Hay catorce. Algunos tienen nombres preciosos,
como el Annapurna, el Shisha Pangma, el Everest... el que menos me gusta
es el K2. No me gusta ese nombre para una montaña tan magnífica.
- ¿Tú los has subido?
- No cariño, el pico más alto que he subido es Peña Ubiña, que ya es
alto. No me gusta poner en peligro la vida, arriesgar mucho, tanto que a
veces ves la muerte muy de cerca, un tropiezo, un viento fuerte, una
mala pisada y bye bye love....
Lo de las cuerdas, y la nieves
perpetuas no es para mí. Yo prefiero las botas por tierra y sin mucho
desnivel. Para todo esto hay que estar muy preparado, despacio,
controlando la presión, y mirando muy de cerca la meteorología... por si
acaso.
- Yo anoche estuve en el otro mundo. Estaba en una casa
colgante preciosa, y había nieves perpetuas. Invité a la abuela allí, y
también a Kali, con su pelusina por todo el cuerpo.
- Deliciosa gatita.... y qué hacíais allí.
- Bueno, Kali estaba encima de una nube y saltaba al otro lado del
horizonte. Lo mejor que tenía la casa es que estaba en un acantilado muy
bonito, la abuela se comía dos helados a la vez y debajo había
"conectadores"
- ¿Qué son conectadores?
- Pues son unas máquinas
en las que si te montas, llegas en menos de una hora a cualquier parte
del planeta. Vas por debajo del agua, en túneles de cristal. Y durante
el viaje, puedes ver a todos los animales submarinos, por las ventanas
enormes, o en grandes pantallas que hay en el interior. ¡Todo para tu
diversión!
- Pues suena fantástico la verdad, como en el canal de la Mancha entre Calais y Dover, pero mucho más largo.
- ¿Tú has viajado en ese tren por el mar?
- No. Pero he estado por esas costas, y he dormido en campigns frente a
esos mares. Hay un tráfico impresionante y unas mareas muy vivas. Un
día iremos al Mont Sant Michel, y veréis lo que hacen allí las mareas,
eso sí que son aumentos y descensos. Increíble lugar. Si estuviera en
India sería sagrado, fijo.
- Oye mamá, ¿vamos a hacer hoy la Nochevieja?
- Ja ja ja, vale. La nochevieja de verano. Tengo un pulpo, unos chocos y
unas viejas que me ha traído Juan Carlos, recién pescadito.... ¡Y
también tengo uvas! ¡Banquete!
- Vale, pues yo voy a hacer unos cucuruchitos para poner las uvas.
¿Cuántas había que poner?
- Doce en cada uno, cariño.
- Y después de cenar vamos a la playa? y ... ¿ponemos la radio como el
año pasado y bailamos en la arena? ¡El caballito de palo!
- Vale... si no caéis rendidos antes...
Nunca se sabe lo que te depara el destino, quince de agosto, unos con
el día del Watusi, y aquí nochevieja... Así es la vida...
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