- Venid, vamos a tumbarnos ya. Me gusta hablar tumbada, mirando hacia arriba, sobre todo de noche, y si hay cielo, pues más.
Se acabó el día. Mirad el cuerpo, cómo agradece que le pongamos aquí tranquilo, tumbado... todo el cuerpo dice ¡¡¡gracias!!!
- Mamá, no hemos visto a careta, la perrita....
- Ya...ha desaparecido del paisaje diario. Moriría, o la llevaron a la muerte. Pobrecita
- ¿Qué quiere decir eso de que la llevaron a la muerte?
- Pues que igual estaba ya muy enferma y le pusieron una inyección para
que no sufriera más. Es algo bien digno. Ayudar a morir. También murió
su dueño el mes pasado. El señor Paco.
- ¿Os acordáis de Don Juan?
Hablamos mucho de él el verano pasado, le mirábamos. Aquel viejo lobo de
mar.... Este año, ya no puede salir de casa. Ahora siempre está en un
sillón. Él, que siempre estuvo en el mar, oliendo los vientos. Se
termina la batería para Don Juan. Ya no puede salir ni con muletas, ni
con andador..
El tiempo es implacable, tampoco está el jefe de Casa
Momo, ni su madre. Otro viejo hombre de isla. Ahí está su familia, y su
pequeño restaurante. Y la señora mayor de pelo completamente blanco que
mira al mar mientras fuma un cigarrillo. Con su vestido estampado,
siempre alegre. Papá siempre dice que esa señora tiene unos orígenes
distintos... un día, tampoco estará
En estos seis o siete años, han pasado cosas. Sí, es bueno darse cuenta del paso del tiempo, para ser algo más consciente.
Unos mueren y otros nacen en este ciclo. Pero yo creo lo mismo que dice Rita Levi, que sólo muere el cuerpo. Tus obras no.
Y tus pensamientos, y tus ideas y lo que quisiste, lo que sembraste... todo eso, no muere...
Vosotros dos, cuando seáis mayores, adultos, seguiréis viniendo por
aquí, y os acordaréis de todas estas cosas, y de las papayas, de los
aguacates, de los higos picos, y rojos y chumbos... de la vida de mar.
Del laboratorio de juegos en la arena, de la libertad de ir descalzo y
desnudo de la mañana a la noche.
De la vida de familia con niños pequeños. Una etapa que también pasará...
Es muy peculiar toda esta tierra. Seca y pobre al interior, y el mar,
el sol y los vientos azotando sin parar. Los viajes al mercado del
agricultor, cada sábado, el bocadillo de queso con mojo, y los manises
de Manolo... Y os diréis uno a otro: mira Martín, mira Nicolás, ahí es
donde nos sentábamos, con papá y mamá...cuando era de noche...
- ¡El sitio donde jugamos a la televisión! a cambiar de canal.
- Ja ja ja, sí. Haciendo mimo. Y los otros adivinan si es cultura,
deportes, el tiempo... es muy divertido. Vamos mañana a jugar.
-
Mamá, me encanta hablar con la abuela y con el abuelo por teléfono. Por
cierto, esta noche le tengo que decir, que cuando vaya a casa, a nuestra
casa, tiene que acariciarle muy muy suave a Kali detrás de las orejas, y
debajo de la barbilla. A los gatos les gusta que les rasquen por donde
ellos no llegan con sus patitas.
- Pues detrás de las orejas llegan perfectamente.
- Pero debajo de la barbillina no.
- Es estupendo que Kali esté con su mamá. Aún no tiene cuatro meses.
Así la cuida durante este tiempo. Ella sigue mamando. Y la mamá
encantada.
Oye cariños míos, poned la cabecita aquí, cada uno, aquí muy cerquita. Voy a apagar la luz.
Siento haber estado así hoy. No he tenido muy buen día. Bastante
malestar y dolor de cabeza a nivel físico. No he sido muy paciente con
vosotros. A veces se me instala como una tristeza, o como una nostalgia
del tiempo, no sé explicarlo. Y es cuando os hablo de todo esto.
Os quiero mucho.
- Yo también te quiero mucho mamá.
- Tápame, pero no hasta arriba.
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