- Mamá... dame un besín aquí, me he dado un golpe muy fuerte y me duele mucho.
- A ver, ¿ dónde ? Ya veo, está un poco colorado, ¿ te duele mucho ? Yo
te lo voy a quitar, cierra los ojitos y respira más despacio.
¿ Notas el calor de mi mano ?
- Sí. Pero me duele...
- Ya... mira, mi mano, no sólo lleva calor, lleva también todo mi
cariño y mi intención para que se cure tu dolor. Dámelo, dame tu dolor.
Ves, ya casi no duele.
- Duele menos, pero todavía, eh...
- La
intención es muy poderosa, mi vida. La intención es como querer algo muy
fuerte y poner en ello toda tu energía, y utilizas tu respiración como
si fuera un vehículo para llevar ese calor, esa calma, o ese
movimiento... allí donde tú quieras, algo bueno a tu cuerpo, ¿entiendes ?
Pensamiento, intención, respiración, calor.
- Sí, ya casi no me duele. Yo me lo imagino como un calor en un trenecito.
- Más o menos, sí.
- Yo quiero que me compres otro Lego, siento como mucha excitación
cuando tengo un paquete nuevo y lo abro, y hay una nueva construcción. ¿
Te pongo carita ?
- No me pongas carita y ojitos que me deshaces, bribón, y lo sabes.
- Hace mucho que no me compras nada.
- Pero si tienes cientos de piezas, ¡ Miles ! Incluso tienes juguetes sin abrir desde Navidad. Es demasiado.
- Sí, Papá Noel se pasó este año...
- ¿Sabes lo que dicen los indios ?
- No.
-Pues los indios dicen que no debes acumular más pertenencias que las que puedas cargar sobre tu caballo.
- Yo no tengo caballo.
- Lo sé, tienes que interpretar un poco lo que te digo.
Los indios americanos no tenían coches, eran un pueblo muy sabio, y
estaban muy en contacto con la Naturaleza, con la Madre Tierra. Esto es
algo que nosotros hemos perdido, siempre entre el hormigón y el
asfalto... A veces tenían que salir corriendo a lomos de sus caballos,
con sus familias, porque venían otros a atacarles, y no podían tener
muchas cosas, ¿comprendes ?
Así, sin muchas pertenencias, se vive más ligero.
- Pues tú tienes muchísimas cosas, la panera está llenísima, y el pajar
también, y muchos libros, y todos esos discos, y todas esas cajitas, y
zapatos, y...
- Lo sé, cariño, tengo que deshacerme de muchas cosas
para avanzar, está claro. Soy una persona que le gusta acumular, lo
reconozco, pero por esto mismo te lo digo a ti.
Es una pesada carga, y no podría, ni muchísimo menos cargarlo a lomos de mi caballo...
- Mamá, ¿ sabes una cosa ?
- No, dime.
- No se puede parar de pensar cosas, todo el tiempo en la cabeza estoy
pensando cosas, y lo que queda de los pensamientos del día, es lo que se
va a mis sueños por la noche.
- Pues sí, seguro que es así. Creo que ya hemos hablado de esto...
- Ayer estuve pensando en que quería tener un conejito. Una mascota conejo, ¿ sabes ?
- Sí, a mí también me encantaría tener un conejito. Nunca he tenido. ¿ Se llevaría bien con Susu ?
- Seguro que sí. Susu es muy amigo de todos. Pero se escaparía, hay que cerrar las rendijas del portón.
- Sí.
- Pues esta noche, soñé con un conejito blanco, pequeño y precioso. Era
muy muy suave, y tenía unos ojitos como azules. Quiero uno como el de
mi sueño.
- Cuando quieras algo, tienes que desearlo muy fuerte.
Mucho, y seguir queriéndolo cuando pasen los días... y si continúa...
pues se cumple.
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