- Mamá... ¿ sabes una cosa ?
- Pues no...
- El otro día salimos todos los niños al parque de Santibáñez y
¿ sabes lo que pasó ?
- No, dime.
- Pues que vimos un gato muerto, y le vimos el cráneo, y el esqueleto. Todo por dentro. Y un niño quería pisarle la cabeza.
- Vaya... pobre gato, qué le ocurriría... Pero ¿ por qué un niño quería
pisarle, encima de que ya estaba muerto, qué mala intención, no ?
- Sí, y le pisó. No respeta...
- ¿ Pero, quién fue ?
- Fue Tobías. Su cabeza parece un melocotón. Es un poco bruto, sí, está siempre colorado.
- Hay que intentar respetar a todo ser vivo... pero si el pobre gatito
encima está muerto, me parece horrible ir a aplastarle, ni siquiera se
podía defender. ¿ Qué sentido tiene ?
La vida es un tesoro, un
regalo, y no tenemos derecho a quitarle ese regalo a nadie, entendéis,
los niños muchas veces son un poco malotes con los animales, tenéis que
tener cuidado de no imitar a nadie que haga daño. Lo que hagas a otra
persona y lo que digas de otro es como un espejo de lo que hay dentro
de ti.
- Y si le digo a Tobías que es tonto es que por dentro... ¿ yo soy tonto? Yo no soy tonto, mamá.
- Muchas veces los niños por hacerse los valientes, o por ser aceptados en un grupo... hacen cosas que no son correctas.
¿ Entendéis ?
- Sí, sí.
- Vosotros siempre pensando cerquita del corazón. Si no está bien,
vuestro corazón os lo va a decir... Respetar la vida, ahimsa, ¿os
acordáis ? No violencia.
- Sí sí, nosotros no hicimos nada al gato. Nos daba penina. Fue Tobías, que no respeta. Ahimsa, ahimsa...
- Ok. Vamos a preparar algo de cena, anda...
- Mamá.
- ¿ Qué ?
- ¿ Tú crees que ese gatín se fue a morir él solo como en esa historia
que nos contabas de los elefantes ? En la que se iban solos a un
cementerio para elefantes cuando eran muy viejos y se despedían, y
estaba todo lleno de colmillos grandes y enormes costillas y coxis...
- No lo creo cariño. Supongo que tuviera un accidente, un atropello de
coche, un perro, una pelea... no lo sé, en los pueblos, los gatitos
están libres, van por encima de los tejados entre los tapiales medio
derruidos, por las praderas... y a veces se meten en líos, y los perros
los corren, y a veces los pillan y los cepillan.
Ya os he contado
cómo vi una vez a unos perros cargarse a uno de mis preciosos gatitos
hace mucho. Había caído una gran nevada, el gatito venía siempre conmigo
de paseo y con Paco, el perro gos d´atura. Habia tal nevada, que Ringo,
el gatito, no pudo escapar, y lo trincaron. Muy triste. Luego le
enterramos.
- Pobre Ringo, qué penina. Mamá...
- Dime
- ¿ A los gatos se les caen también los dientes ?
- Yo creo que no, nunca he visto a un gato sin un diente la verdad.
- Es que si le cae hay que estar muy atentos para meterlo en una bolsita y que Pérez le traiga algo...
- Está bien, si veo un colmillo por ahí te lo digo. Por cierto, una
estudiante del centro, Sara, me ha traído para vosotros un regalo
precioso. Dos bolsitas con forma de Pérez, muy bonitas, que tienen un
bolsillito para que pongas dentro el diente cuando se te caiga. Cuando
vayáis por el centro os lo doy. Son una monada.
- A mí me toca ir este jueves.
Tengo muchísimo hambre. ¿ Puedes hacer acelgas al vapor y patatas de bar ?
- Claro, allá voy.
- Gracias mamá te quiero mucho.
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