- ¡Cómo mola Martín ! Vamos a ir solos a la tienda. ¡Solos a comprar! ¡ Por primera vez ! ¡ Yu huuuuuuuu !
- Claro, ya es hora. Tenéis que ir con cuidado. Por la acera, sin
correr, y no montéis ningún número en la tienda. Cogéis el pan, y le
dais el dinero. Os dará algo de cambio. Y sin correr, volvéis.
- Sí, ¡ Vamos !
- Sin arriesgar.
- ¿ Qué es arriesgar, mamá ?
- Pues hacer algo que ponga en peligro tu cuerpo, ¿entiendes ? Como
ayer cuando querías demostrar tus habilidades de escalador por la roca y
un pie resbaló y te arañaste todo el costado y el brazo, y te hiciste
daño... Eso es arriesgar. Ver antes de que pase. Prever. Así que
despacio... Nunca daño al cuerpo. ¿ Ok ?
- Sí, vamos, vamos.
-
Cuando volváis empezaremos a recoger, limpiar, y preparar mochilas y
maletas. Ya nos queda muy poco tiempo aquí. Viene un cambio.
- ¿ Ya nos vamos mañana ?
- Sí. Hay que ir despidiéndose. La verdad es que me encanta este lugar.
La sensación de unidad es muy potente, con vosotros , con papá, con la
Naturaleza. Veros desnudos y libres, muy contentos corriendo por la
duna, nadando como sardinas, y durmiendo muchas horas. Siempre tenéis un
aspecto estupendo en este pueblo. Os sienta bien, la verdad.
Me chifla ver el amanecer, además, desde la ventana.
Y... vuestros juegos en el espacio exterior; cómo la costa, y el mar
os proporciona cosas para jugar entre vosotros. Las maderas que deja la
marea alta en la playa, las redes rotas, los utensilios de pesca, esos
botecitos que contienen fósforo y se iluminan cuando los pescadores
tiran la caña desde el muelle de noche, muchas bolitas de colores,
muchísimos mecheros oxidados entre las piedras.
¿Os acordáis el año pasado ?
- ¿De qué ?
- Durante una semana recogisteis todos los mecheros oxidados que
encontrabais por La Punta. Todo lo que trae la marea va a parar ahí
siempre.
Pues llegué a tener en casa más de treinta mecheros. Una colección preciosa...
- Ah, sí, ya me acuerdo. Muchos de ellos tenían gas, y otros agua dentro. ¿ Aún los tenemos ?
- No. No me puedo quedar con todas las cosas que me traéis. Lo siento. Me encanta almacenar... pero no tanto.
Bueno, lo que quería decir es que me gusta que no haya juguetes
inteligentes que hablan por aquí, y que la Tierra es generosa, y cálida.
Y que a vuestros cinco años el mundo es un lugar maravilloso para
vivir.
Cinco años de amor. Los primeros, entre algodón. ¡Prueba
conseguida! La base de vuestras vidas, un colchón y cimiento donde
apoyar toda vuestra estructura. El edificio que ya habéis empezado a
construir.
Todos los niños se merecen cinco años de dulzura y bienaventuranza al menos. Eso pienso yo. Y papá también, os lo aseguro.
- A nosotros también nos gusta mucho estar aquí.
¿ Cuándo volvemos ?
- Pronto seguro. Ahora toca de nuevo aprendizaje, conocimientos en el
cole, las normas sociales, los semáforos , el frío y las ropas, el
coche, relacionarse con otros niños, el cambio de clip... y ¡ los
abuelos !
- Pues que sepas que, menos los abuelos, a nosotros no nos hace falta nada de todo eso. Que lo sepas.
Mamá ... Qué es ¿ Buena venturenza ?
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